Pedro J. Ramirez Codina
Pedro J. para sus amigos. Pedro José para el ex ministro Corcuera y una larga colección de "damnificados" por su manera de entender el periodismo. Radical, de frente y sin fisuras. Para más señas visitar la inevitable Wikipedia pero en lo sustancial no será necesario presentar al personaje más influyente en España desde la venida de la democracia. Su popularidad tendrá altibajos según se valore desde la perspectiva de los diferentes gobiernos que encontraron en él la horma de su zapato (González-Rajoy) o desde quienes vemos imprescindible que alguien nos cuente cuán de profundas y negras son las cloacas del estado. Le critican su connivencia con el poder urdiendo telas de araña en favor de su posición política (Aznar) pero en lo fundamental dio robustez a la creencia popular de que los fiascos solo pueden desentrañarlos periodistas de su estirpe. Su facilidad de palabra encontraba trabas en sus discursos a veces monocordes y un tanto empalagosos. Sus colaboraciones en la radio eran de difícil digestión mañanera y suponían un reto para el reparto horario del resto de contertulios. Sin embargo rebuscaba en su particular diccionario mental hasta encontrar la palabra precisa que no tardaba en aparecer en su hilvanado discurso. Supongo que mientras se despedía de sus compañeros de EL MUNDO pensaría en su fuero interno que tal vez este tropiezo le trunca la posibilidad de ser el Ciudadano Kane de la prensa española. O tal vez esté pergeñando en su cabeza la próxima cabecera. Con él nunca se sabe.
(Este no es un epitafio, pues no ha muerto. Tampoco un panegírico. En realidad es inevitable decir algo sobre este personaje que hoy cierra un capítulo de la Historia de España y del cuál tendremos, mas pronto que tarde, noticias jugosas).
jueves, 30 de enero de 2014
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