Si hacemos caso al Instituto geográfico nacional el parto se produjo el martes 20 de marzo a las 6 y cuarto (una hora menos en Canarias).
No tiene nada de extraño. De hecho hace varios meses que llegó de forma camuflada. Se ha comido literalmente el invierno. Una vez concluído el otoño se presentó súbitamente y lo hizo para quedarse. Eso sí nadie la recuerda con este aspecto tan desmejorado. La ausencia de lluvias no permite ningún tipo de acicalamiento y la cosa, parece, va para largo. Tal vez haya que cambiarle el nombre para que nos vayamos haciendo a la idea de que nada es ya como era antes.
Cualquier imagen del pasado resulta engañosa y hay que vivir bajo nuevos parámetros. Eso sí, todavía queda algún vestigio del antiguo régimen y a él nos aferramos con la esperanza, vana, de que esto sea pasajero.
Lo malo es que los indicios dicen otra cosa y ya llevamos largo terreno recorrido con malas vibraciones. Ah! y encima estamos en el 2012, el año al que nadie quería llegar.
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