O la decadencia de una civilización (la nuestra)
Empezamos a morir hace tiempo ya. Fue antes de que algunos de nosotros hubiéramos nacido. Nos tocó vivir una época de bonanza al amparo del estado (del bienestar, por supuesto). El buenismo de la época nos hizo impenetrables a las miserias ajenas. Vivir nuestra propia vida ignorando lo que acontecía en otras zonas del mundo. La TV nos lo traía a casa pero solo de forma colateral. Siempre hemos sabido que lo que sale en la tele no existe. Es una muestra del mundo virtual en el que hemos educado a nuestros hijos. El mundo esta lleno de pantallas y resulta difícil distinguir la realidad de lo que solo es producto de nuestra imaginación. Hay que estar educados para ello. No es nuestro caso....Las guerras, genocidios, desplazamientos, persecuciones a las minorías...solo existen en el plasma. Durante años los hemos presenciado desde este lado con la fugacidad de un click del mando mientras buscábamos desesperadamente los deportes de Cuatro. Pero eso que sucede más allá de nuestras fronteras acaba aleteando cerca de nosotros por el famoso efecto mariposa. Nuestro fabuloso castillo del bienestar se tambalea y el foso de separación - osea, todas las políticas que hemos respaldado a lo largo de estos años - parece que no son obstáculo suficiente.
Décadas enteras de grandes meteduras de pata nos han abocad a esta "realidad real " actual. Los "otros" llaman a nuestras puertas. Son muchos y han venido para quedarse. No tienen a donde ir. No tienen nada que perder, porque no tienen nada. Lo han perdido todo. Y ahora pueden perder también la esperanza si el hombre blanco no acaba de levantar su mirada de la TV, deja la cerveza, y por una vez se asoma a la ventana para contemplar a otros seres humanos como él. Existen y están aquí. Podemos hacer el tancredo y cerrar la ventana e ignorarlos... o airear la casa y dejar que corran nuevos tiempos para esta decadente civilización.
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