martes, 7 de octubre de 2014

Politiquillos, Politiqueros, Politicastros

Me miró como si me viera por primera vez.
Y es que era la primera vez que me veía.
Sin embargo su mirada se detuvo en la mía,
dubitativa,
como intuyendo algo que se le escapaba.
Yo esbozaba una sonrisa.
Esto acabó por despistarle
¿debía saludarme o esquivarme?
Me meto en su piel y trato de imaginar
cuántas veces le ocurre esto al cabo del día
¿amigo o enemigo?
Nada me causa más placer que conocer al encausado
y no dar ni una sola pista de mi existencia.
Ya sé que es vesanía...
Yo lo sé todo sobre él.
El ignora todo sobre mí.
¿Puede haber mayor desasosiego para el alma?
No poder descifrar los enigmas
que se cruzan en tu camino...
...pero qué otra cosa les sucede a quien figura permanentemente
expuesto al resto del planeta?
¿Pensaron en algún momento que dejarían de ser ellos para ser los demás?
¿Intuyeron que vivirían permanentemente la vida de los otros
y que esos otros escudriñarían su vida sin piedad?
No, no lo hicieron,
para ello tenían que haber pensado antes de actuar
tendrían que haber sido educados de otra manera
que no cayeran tan fácilmente en la trampa.
¿Se arrepentirán ahora del camino elegido?
¿Cómo serán esos momentos de soledad?
¿Les vendrán a la mente todos los fantasmas
con los que se cruzan día tras día?
Mal futuro para mantener en jaque la locura
sólo queda disimular y avanzar
levantando las manos y saludando a diestro y siniestro
ignorantes del precipicio que se intuye
solamente unos pasos más allá.
Para evitarlo solo hay que mirar al frente
El cuerpo inhiesto y la espalda recta
¡AR!

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